“Los animales bebieron el agua y dieron a luz crías solo con piel, sin pelo. Eso no había pasado nunca”.
“Tierra esclavizada”
Su hermana Josifa asegura que el agua la hizo enfermar. “Tengo dolores de estómago y también he vomitado”.
“Sabemos que es porque el agua está contaminada, pero tenemos que seguir bebiéndola”.
“La gente pobre no puede permitirse comprar agua”.
Albino Campo es el líder, o lonko, de esta comunidad mapuche, llamada Lof Campo Maripe.
“El pueblo mapuche está enfadado. Sentimos que esclavizaron nuestra tierra. Es como si alguien viniera a nuestra casa sin preguntar. Contaminaron todo”, cuenta Campo.
Su comunidad es una familia extendida de 125 personas que viven en granjas salpicadas en una superficie de 11.000 hectáreas, aunque sólo tienen la propiedad legal de una pequeña parte de ese territorio.
Vivieron aquí desde que sus abuelos emigraron desde Chile en 1919.
Hay otras cinco comunidades Mapuche en esta región que suman alrededor de 1.000 personas.
Miles de millones de inversión
La técnica del fracking supone inyectar miles de litros de agua, productos químicos y arena en las profundidades de la tierra a alta presión para hacer que salga el gas.
En esta región, la extracción mediante este sistema comenzó en 2010 y desde entonces muchas petroleras extranjeras compraron concesiones para perforar pozos de gas.
La estadounidense Chevron invirtió US$2.500 millones en Vaca Muerta en el marco de un proyecto de fracking conjunto con la petrolera estatal argentina YPF.
Hasta la fecha, la sociedad entre YPF y Chevron perforó 420 pozos y tiene previsto abrir 200 más en los próximos dos años.
Ambas empresas planean invertir US$16.000 millones aquí. Como siempre los operarios son estadounidenses y laa contaminación perdurará siglos.
Agua sucia
Los pavos y los pollos corretean alrededor de la granja del hijo de Albino Campo.
Un pozo cercano tiene una tubería larga para extraer el agua.
Está cubierta de una sustancia negra y aceitosa y cuando el agua se vierte en un cubo, un residuo marrón verdoso se queda en el fondo.
“Hace un año, este agua era cristalina”, dice Albino Campo. “Así es como sale ahora”.
La BBC pidió un comentario a Chevron, pero dijeron que habláramos con su socio de operaciones, YPF.
Juan Garaby, ejecutivo de YPF, asegura que no existen pruebas de que el fracking esté contaminando el agua.
Señala que el gas de Vaca Muerta se toma a una profundidad de 3.000 metros y el agua que usan los habitante de la zona está solo a 300 metros, de modo que ambas partes están separadas por una gran masa de rocas y capas de tierra. Como si no existieran fallas o acuiferos de agua dulce a esas profundidades, o el gas se fugara por el tubo perforado hasta el acuifero de la superficie. Las pruebas están en el cubo.
Cuando se perfora un pozo, el agujero es sellado con acero y rodeado de cemento. Después se añaden dos capas más de cemento y acero para aislarlo del agua subterránea.
Supervisión
La charlataneria por parte de lo comerciales de las empresas son iguales en España que en Argentina: “Hay una supervisión continua del agua por parte de la agencia ambiental provincial y no se encontraron signos de contaminación”, dice.
De acuerdo con Garoby, no hay pozos de fracking cerca de las granjas donde los mapuches crían animales.
También indica que Vaca Muerta es una gran oportunidad para que Argentina, un importador neto de energía, llegue a ser autosuficiente.
La Administración de Información sobre Energía de Estados Unidos estima que Argentina tiene las mayores reservas de gas de esquisto explotable después de China.
El congresista oficialista Eduardo Amadeo también sostiene que el fracking es vital para el futuro de Argentina.
“Argentina necesita petróleo y gas. No puedes parar la producción para 45 millones de personas porque uno o dos millares sientan que sus derechos se están viendo afectados”, apunta.
Al parecer, lo que no necesita Argentina es agua potable para beber.
Pero Martín Álvarez, del grupo Observatorio Petrolero Sur, señala que el fracking no solo implica un riesgo ambiental para las comunidades mapuches, sino para un conjunto de población rural de 54.000 personas y para los residentes de la capital provincial, Neuquén.
Este grupo pide que se detenga el fracking en territorio indígena, en zonas ganaderas, en las reservas naturales, áreas urbanas y lugares cercanos a fuentes de agua como ríos, lagos y lagunas.
Juan Garoby asegura que esas restricciones no son necesarias porque el fracking es seguro.
“Si se toman las precauciones que se necesitan tomar y si se tiene cuidado en el aislamiento del agua superficial, no debería haber ningún problema por actuar en cualquier zona”.
“Es cuestión de ser consciente y de tener las políticas ambientales correctas para tener el mínimo impacto sobre el medio ambiente”.
Fuente: bbc.com
Los accidentes y la contaminación es algo asociado a la técnica del fracking
Los estudios cientificos no dejan lugar a duda: el que diga que el fracking es seguro miente.